Este edificante film de Nora Ephron lo tiene todo para hacer las delicias de las mujeres entre 30 y 60 años. Un personaje excéntrico que, desde el pasado, sirve de guía y estímulo a una joven de los 2000, un tanto perdida en el mundo de los estímulos materiales y las relaciones light.
Julia Child ha sido y es un ícono de la cultura popular estadounidense, una Doña Petrona sofisticada y un tanto quijotesca en su pasión por la cocina francesa, que se encargó de introducir en el ámbito de las amas de casa a través de un libro de recetas -cada una probada y experimentada por la autora- y un programa de televisión, a fines de la década del 50. Ese libro sirve de manual a una muchacha de esta década, confundida entre los imperativos de lograr dinero y celebridad en los tiempos que corren, a costa de descuidar y/o traicionar a las amistades o relaciones más cercanas. El libro de la Child le permitirá a Julie -una muchacha con veleidades de escritora pero sin el suficiente impulso para concretarlo- escribir un blog en el que irá comentando día a día sus tribulaciones y alegrías al probar la efectividad de aquellas recetas en su propia cocina, a la vez que madura como persona y en su relación con su marido, y se hace célebre, con la posibilidad de publicar un libro (uno de los que dos que dará base al film que comentamos).
La película tiene los condimentos necesarios de un buen women film, sin ser necesariamente una comedia romántica, y se inscribe en la moda de los films sobre comida y gente que disfruta de una y otra manera de ella, lista que engrosan La fiesta de Babette, Comer, beber y amar, Como agua para chocolate, Bella Martha, El sabor del Edén y La sal de la vida, entre otros.
Ephron muestra sus habilidades como directora y guionista al saber conducir con sobriedad dos historias paralelas que se desarrollan en épocas y países diferentes. Sin embargo, el film encuentra su más poderoso atractivo en Meryl Streep, que agrega la de Julia Child a su galería de impresionantes interpretaciones, tras un año en que nos ofreció a una madre devota de su hija y de un pasado bohemio en el musical Mamma mia!, y a la monja árida y reseca de La duda.
Amy Adams -que también secundara a Streep como la monja joven en La duda- se luce en un personaje de a ratos insoportable, con sus crisis de ansiedad y de narcisismo mal ubicado. Sus segmentos no son tan interesantes como los de Streep, con su admirable reconstrucción de época, ni su pareja -interpretada por Chris Messina (Cásate conmigo otra vez)- llega a ser tan vistosa ni llamativa como la de Julia con Paul Child (Stanley Tucci, apoyo sobrio -y sensual en su ambigüedad- de los emprendimientos de su consorte). Pero Adams es una actriz extremadamente versátil y lleva a buen puerto la duda tarea de cargar con nuestra tediosa contemporaneidad.
Un comentario al margen, ¿se pondrá de moda la grasosa comida de la Child? ¿Cuántas mujeres argentinas tienen arrumbados sus libros de Doña Petrona? No es sólo que preparar esas recetas cuesta mucho dinero, sino que lleva mucho tiempo y, además, el riesgo de morir por exceso de colesterol. Paquetes y paquetes de manteca desfilan por las imágenes de Julie y Julia. Además, quién querría hoy día comerse un aspic, sobre todo después de saber cómo se prepara en el film.
5 comentarios:
Gracias por esta crítica. Tenía ganas de verlas a estas dos grandes actrices juntas una vez más, desde que en "La Duda" dieron clase de dupla cinéfila.
Saludos!!!!
Gracias, Oscar, tu blog era esperado hace mucho. Te seguiremos leyendo!!!
Ariel
Oscar, como siempre, clarísimos tus puntos de vista. Seguiremos tus comentarios con entusiasmo y los debatiremos cuando no concordemos. Excelente tu primera entrada y esperamos la próxima ansiosamente.
Tere
Hola oscar, estoy de acuerdo con vos en la critica de esta pelicula . Me resulto mal definido el papel de Amy Adams y no me convenció mucho el final de la pelicula. Ojala todos pudieramos definir nuestra vida a partir de po
nernos a cocinar receta tras receta.
Igualmente la actuación de Streep es maravillosa (como todo lo que ella hace). Gracias y Saludos
Alexia
Te mando algo sobre "Los Amantes" inspirado en nuestra charla. Sin vos, no me inspiro para escribir, pero aquí va a ver qué te parece.
Una película para no volver a creer
“OPTICA BORROSA” – Two Lovers (2009)
Si esta va a ser la despedida de la pantalla grande para Joaquin Phoenix, que nos deleitó tantas veces con su paladar reparado, sus ojos intensos, y su cuerpo semideforme pero claramente sexy, dista mucho de ser lo que todos estábamos esperando. Si se dedicará a la música o no, ya es harina de otro costal.
En este drama de interiores, gris y lluvioso, Phoenix interpreta a un ser equívoco y de actitud adolescente, psiquiátricamente muy enfermo, que se encuentra literalmente tironeado entre dos mundos de valores contrapuestos: su rígida moral afeminada y judía (una madraza interpretada genialmente por Isabella Rosellini, la diva de “Blue Velvet”), y una mujer autoproclamada muchas veces en el film como “bipolar”, y que representa todo lo malo y el “mal camino” que este “chico” puede tomar: drogas, mentira, adulterio y excesos de todo tipo.
A la pobre Gwyneth Paltrow le endilgaron todos los males de este mundo pero eso sí, mantuvieron su belleza intacta e inmaculada (ella termina siendo el símbolo de lo perfecto, de lo inalcanzable, rubia hasta el hartazgo con unas extensiones claramente visibles que hablan también de lo artificiosa que resulta su vida que tanto atraen a este joven ingenuo y nada lúcido).
Llamamos óptica borrosa a esta mini reseña porque muchas veces claramente decimos “lo que ves vos, yo no lo veo así”. Bueno, en toda la película nos la pasamos diciendo “No, Joaquin, ese exceso no es lo que parece”, “Esa chica te está mintiendo”, “No jodás, Joaquín, y ponete serio”. Pero este chico está totalmente enceguecido por la belleza y una cierta promesa desdibujada de aventura y de amor desmedido que a él a todos nos atraen por cierto.
Para este director James Gray, claramente un director menor pero singular, que filma como si todavía estuviésemos en los ´70, no basta con que las cosas sean evidentes. Nos machaca con un debate menor entre el amor excesivo y semi prohibido (la Paltrow) y lo socialmente esperable, los mandatos familiares, y la dueña de los deseos de su hijo: esa madre silenciosa y siempre presente (Rosellini).
Dos familias que piensan unir negocios y amor en un solo matrimonio (la segunda en la lista de amores de este muchacho es la actriz Vanessa Shaw, a la cual hay que reconocerle lo difícil de su papel y lo bien que se desenvuelve).
Obviamente que cada ojo mira y ve lo que puede ver. Pero convengamos que en nuestro país no nos hemos caracterizado jamás por ser grandes perceptivos. Y tampoco Joaquin Phoenix ve nada: la inestable y atractivísima vecina lo tiene cegado, cortado, desesperado de amor y en posiciones equívocas todo el tiempo.
Si queremos definir este último papel de Phoenix como el cierre de su carrera es un personaje con una mirada secuestrada por una cierta impertinencia arenosa... De todos modos, termina primando su mirada esperable y socialmente positiva. Una lentitud que no conduce a nada, pastillas que nada resuelven, un aborto que no parece tal, y con un final predecible.
A no olvidarse que el personaje de Phoenix trabaja en una tintorería familiar y que se la pasan lavando, limpiando, tirando bajo la alfombra todas las mugres y las patologías de este pobre tipo que es tan o más inestable que su hermosa vecina, sin el glamour de ella, y que promete, hacia el final, ser un marido más que insoportable.
No vale la pena.
Valeria Devicienti
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