27/10/10

Atracción explosiva


El nuevo film de Ben Affleck no está a la altura de Desapareció una noche (2007), en principio porque como actor no le llega a la uña del pie a su hermano Cassey (El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, El asesino dentro de mí), que era el protagonista de aquél. Después, porque su personaje hace todo lo posible por caernos simpático para que sintonicemos anticipadamente con su destino final, pero su mirada vacía, su falta de convicción como intérprete lo logran a medias: no nos importa mucho de él como protagonista, pero sí de todos los que lo rodean. Y en este sentido sí que Ben se anota unos puntos: los actores que elige para que lo acompañen en esta aventura son realmente notables, comenzando por el alocado Jeremy Renner (el de Vivir al límite, como su amigo de infancia y socio en los robos a bancos Jem), una bomba de tiempo a punto de estallar, como aquel personaje que Robert Carlyle interpretaba en Trainspotting. Siguiendo por Jon Hamm (protagonista de la serie Mad Men), con el que Ben rivaliza en apostura pero al que no puede sobrepasar en su interpretación: Hamm está muy atinado como el agente del FBI que tiene la convicción de quiénes son los asaltantes pero no tiene todas las pruebas para llevarlos a la cárcel. Rebecca Hall (Vicky Cristina Barcelona), como la enamorada que salta de perplejidad en perplejidad a través de su relación con el personaje de Ben y es capaz de mostrarle una ventana a la vida diferente de la que él ha venido mirando desde pequeño. Y Blake Lively, que sabe sacarle el jugo al papel más endeble emocionalmente, como una ex novia de Ben y hermana de Jem, víctima de la droga; hay una escena en un bar interpretada por ella y Jon Hamm que produce cierta desestabilización al espectador. Otros secundarios notables: Chris Cooper, como el padre de Ben, que lo ha pasado mal en la vida y también paga el precio en la cárcel; Pete Postlethwaite, como el generador de los atracos que Ben y sus amigos parecen esclavizados a cumplir, verdadera imagen del mal.

Las virtudes de Ben, aparte de la sabia elección de actores, se basan en la ambientación -parece conocer mejor ese mundo de la clase trabajadora que Clint Eastwood (Río místico) y Martin Scorsese (Los infiltrados), que también transcurrían en Boston- y en la maravillosa planificación de las escenas de acción, tensas e inquietantes, filmadas más a la europea que a lo Hollywood. Si bien son espectaculares, esas escenas de experto montaje se sienten visceralmente. Ya a nivel de guión, Ben sabe ahorrarle al espectador muchos de esos detalles que anticipan un golpe y nos mete de lleno en el asunto (después de El origen, mi atención se desvanece velozmente si me hacen formar parte de una detallada planificación. Hemos visto muchos films de robos de bancos como para no conocer las convenciones y saber llenar las elipsis).

Ya he dicho: el desequilibrio de este film radica en el protagonismo de Ben como actor, no en sus dotes como director, con su hábil manejo del suspenso y del contenido dramático que tiene entre manos. Creo que cabe esperar más de él, si no se apoya en su desangelado carisma como estrella.

La red social


El nuevo film de David Fincher lo redime de la banal El extraño caso de Benjamín Button y narra una historia de ascenso al poder y traiciones digna de una tragedia shakesperiana. Relacionado con la vida del creador de Facebook, Mark Zuckerberg (interpretado con convicción por Jesse Eisenberg), el argumento gira en torno a un muchacho de gran desarrollo intelectual pero escaso desarrollo emocional y lo que hace para lograr una situación de poder inédita para alguien de su edad. Mark posee el conocimiento pero no las prerrogativas para ingresar a los clubes privados de Harvard -universidad en la que estudia-, clubes donde las chicas se regalan ante los apellidos de alcurnia y los descendientes de las grandes fortunas. Tras ser rechazado por su novia -en una primer secuencia llena de ingenio en que se baten en un duelo verbal- trama una pequeña venganza para dejarla descolocada a través de Internet. Esto da pie a que un par de hermanos gemelos que llevan un apellido de esos rimbombantes lo inviten a la antesala de uno de esos salones privados y le comenten una idea que tienen para interrelacionar a los miembros de Harvard a través de Internet. Mark -asociado con su amigo Eduardo (espléndido Andrew Garfield, de destacada actuación en la miniserie inglesa Red riding) que lo financia- toma el germen de esa idea y lo desarrolla en algo que derivará en Facebook, ocultándoselo a los hermanos convocantes y no uniendo sólo a los miembros de esa universidad sino también de otras del país. Mediante la mefistofélica intervención de un exitoso creador de webs (Sean Parker, creador de Napster, interpretado con sinuosa perversidad por el músico Justin Timberlake), las inversiones que consigue Eduardo no serán ya necesarias y se presentará un quiebre entre los amigos. Gracias a Parker, la red social creada por Mark se expandirá a todo los Estados Unidos y al mundo, transformándolo en multimillonario.

El guionista Aaron Sorkin construye un andamiaje firme para contar esta compleja historia a través de diversos flashbacks que narran el ascenso al poder de Mark, flashbacks que se disparan desde una mesa donde los implicados y sus abogados tratan de arreglar económicamente las diferencias del caso. Los diálogos son acerados y sutiles, muchas veces filosos. La puesta en escena de Fincher (gran director de Pecados capitales y Zodíaco) es acelerada y sofisticada, canalizando densa y copiosa información de manera fácilmente comprensible para el espectador.

Film que es un comentario sobre los valores en que se basan las grandes fortunas que se edifican hoy día en un pestañear, nos muestra a un protagonista animado por una voluntad de poder que consigue sobrepasar las prerrogativas de aquellos que formaban parte de esos clubes selectos a los que buscaba pertenecer en principio. Si la excusa era buscar chicas, el resultado nos muestra que buey solo bien se lame... sobre una montaña de dinero.