14/4/11

Potiche


Potiche es una farsa basada en una obra teatral de Pierre Barillet y Jean-Pierre Grédy, que en nuestro país sirviera de vehículo para Mirtha Legrand. La versión cinematográfica se la debemos al ubicuo Francois Ozon, y en su obra está más cerca de 8 mujeres que de Bajo la arena, por lo que tiene de frívola y juguetona. También sirve de vehículo estelar para que Catherine Deneuve exhiba mucho de lo que aprendió a lo largo de casi cinco décadas de actuación.

La obra de por sí ya es lo suficientemente artificiosa, pero en manos de Ozon, este vetusto vehículo se transforma en un chupetín de paleta colorido e irónico. La historia de la mujer burguesa que no es más que un florero en su casa y se vuelve una eficaz ejecutiva a la vez que toma conciencia de su lugar en la escala social, con todos los guiños que tiene hacia el feminismo y las políticas de izquierda de los años 70, recibe un tratamiento que la emparenta más con una adaptación de Blancanieves y los 7 enanitos que con el estilo de las comedietas que el cine galo solía ofrecernos en aquella época. La puesta en escena -fundas para los teléfonos y las teteras, peinados elaborados como un bizcochuelo marmolado, vestuario digno de las páginas de la revista Burda-, el estilo actoral, la banda sonora, los títulos impresos sobre la imagen, la fotografía de colores fuertes y esfumados, hacen del film un ejercicio de conciencia liviano y divertido.

Deneuve y Depardieu -como un diputado comunista que guarda un pasado común con la ejecutiva de la fábrica de paraguas- parecen divertirse a lo largo del film: sus apariencias contribuyen al artificio. Deneuve exhibe una mueca agria como rastro de su última cirujía estética, a la vez que el actor llena la pantalla con su excesivo tonelaje corporal. El resto del elenco se suma a la gozosa algarabía con peinados cuidadosamente elaborados y vestuario al tono, tan funcionales como sus interpretaciones.

Hay tres secuencias que destacan: el comienzo, con la Deneuve trotando con un jogging rojo, hablando con las ardillas y anotando frases en una libretita. Cuando baila música disco con Depardieu en el ilícito antro llamado Badaloo. La escena final cuando, tras haber ganado las elecciones, gatilla una canción seguida por los miembros de minorías oprimidas a los que ella ayudó a librerarse.