10/3/13

Hitchcock frente al espejo





 





Como sucediera con Truman Capote en el caso de Capote (Bennett Miller, 2005) e Infame (Infamous, Douglas McGrath, 2006) han coincidido en el tiempo dos películas que tienen como centro el mismo personaje. En esta ocasión se trata de uno de los directores de cine más importantes de todos los tiempos: Alfred Hitchcock. Una de ellas -Hitchcock- se centra en las tribulaciones que el director enfrentara al momento de realizar Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) -quizás el film de horror más famoso de la historia del cine-, tiene un gran presupuesto, grandes estrellas y una puesta en escena estilizada. La otra -The girl- toma como punto de partida la intrincada relación entre el director y la actriz Tippi Hedren, a la que hiciera saltar a la fama por sus roles en Los pájaros (The birds, Alfred Hitchcock, 1963) y Marnie la ladrona (Marnie, Alfred Hitchcock, 1964). The girl es más modesta en sus ambiciones, es una producción para el cable -de HBO en asociación con la BBC-, está protagonizada por sólidos actores de carácter y posee un estilo naturalista y despojado que la acerca a la abstracción.

Hitchcock muestra prontamente sus limitaciones. La encarnación que hace Anthony Hopkins del director no resulta muy creíble al basarse en la imitación y en la exaltación casi grotesca de los rasgos superficiales. Oculto detrás de toneladas de maquillaje, uno escucha al sirviente de Lo que queda del día (The remains of the day, Mike Nichols, 1993) y no al circunspecto director, famoso por su humor socarrón. El film tiene un epílogo y un prólogo presentado por el personaje, como si fuera un capítulo de la serie que concibiera para la televisión. Lo que queda en el centro está en parte dedicado a la concepción, la ejecución y el estreno del film a rodarse y a la relación entre Hitchcock y su esposa Alma Reville, interpretada por Helen Mirren con una autoridad y una presencia en pantalla de las que Hopkins en esta oportunidad carece. Según los guionistas, Psicosis no hubiera sido lo que fue sin la intervención de Alma, capaz de reemplazar a su marido detrás de las cámaras un día en que él está enfermo y de tomar decisiones cruciales a la hora del montaje y la musicalización del film. Hasta aquí todo bien, siempre se supo que Alma era fuente de consulta para el director aunque nunca que tuviera el protagonismo que el film le otorga. Pero cuando la trama entrevera los obstáculos que Hitchcock debe enfrentar en la producción con una relación que Alma inicia con un guionista que quiere que el inglés le filme uno de sus escritos, o cuando aparece el asesino serial Ed Gein -inspiración para el personaje de Norman Bates según confiara el novelista Robert Bloch- en una serie de situaciones surreales, cualquier atisbo de verosimilitud que pudiera conferírsele al film se va por el resumidero. 


The girl tiene un sólido basamento en la caracterización que Toby Jones (también protagonista de Infame) realiza del director, menos apoyada en la exterioridad de los recursos. Por otro lado, el guión encara hacia el drama psicológico al focalizar en los reiterados intentos que Hitchcock hiciera para vencer la resistencia de su protagonista (una más que decorosa Sienna Miller, que de a ratos se asemeja más a la Kim Novak de Vértigo -(Vertigo, Alfred Hitchcock, 1958)- que a la madre de Melanie Griffith) antes sus avances sexuales. Así es como vemos que a medida que el rodaje de los dos films que tuvieron a Tippi Hedren como protagonista se va ejecutando las pullas sádicas del inglés se van transformando de rimas obscenas a ataques no avisados con pájaros artificiales y reales. Alma aquí está encarnada por Imelda Staunton (protagonista de Vera Drake (Mike Leigh, 2004) y resulta más ajustada en su retrato por su apariencia ratonil y reticente que la portentosa Mirren. El film no se permite florituras estilísticas que distraen de lo que tiene que narrar y se ajusta a los hechos (la misma Hedren ha sido consultada para la producción). Extrae temas que anidan en la obra del director y los plasma dramáticamente: por ejemplo, vemos cómo se traslada la obsesión del protagonista de Vértigo por esculpir a una mujer hasta convertirla en un sueño idealizado en el detallismo con que el realizador va eligiendo el vestuario, los peinados y hasta el lápiz de labios que su actriz debe utilizar para encarnar su propia fantasía.

Como no podría ser de otra manera en un director que se especializó en la plasmación de complejas relaciones entre víctimas y victimarios, el poder es uno de los temas dominantes en ambos films. Hitchcock, detrás de su frívola apariencia de revista Caras, con sus satinadas recreaciones de estrellas -muy adecuadas en el caso de la Janet Leigh de Scarlett Johansson y el Anthony Perkins de James D'Arcy, no tanto en el de la Vera Miles de Jessica Biel- y de los ámbitos en que se mueven, utiliza la famosa escena de la ducha para que el director se vengue de cada uno de los que le ha puesto obstáculos desde el inicio de la producción, descargando creativamente a pura cuchillada su impotencia. Amén del vínculo entre marido y mujer, donde el conflicto exige que ella se entregue en cuerpo y alma a la construcción del Olimpo donde quiere figurar su marido a sabiendas que su nombre nunca figurará en la placa de los arquitectos de semejante proeza.  

En The girl se combinan el mito fáustico con el relato de La bella y la bestia para dar cuenta de la ambición de una joven modelo que quiere ser estrella y soportará masoquistamente los ataques de su Pigmalion -"seré masilla en sus manos señor Hitchcock"- y la tragedia de un hombre que lo tiene todo menos la apostura de un Cary Grant o un Sean Connery para servirse en bandeja a la rubia de sus sueños. Aquí la impotencia se tematiza en reiteradas oportunidades pero en el ámbito de lo privado más que en el de lo creativo. La imagen que The girl construye de Hitchcock es la de un hombre que se declara impotente sexualmente pero no dubitativo de lo que debe hacer en su trabajo. ¿Cómo se sobrepone a esa permanente humillación de ser rechazado por el objeto de su deseo? El film es hábil al escenificar cada acoso hacia la víctima: el reiterado ataque de los pájaros sobre el cuerpo de Hedren a lo largo de cinco días se alterna con tomas en que ella se ducha, implicando la escena más famosa de Psicosis, en sí misma toda una violación simbólica. La situación dejará a la actriz en un estado catatónico similar a aquel en que termina el personaje de Melanie Daniels en Los pájaros. La famosa escena de la violación durante la noche de bodas en Marnie es escenificada de manera tal que, en el momento de rodarse, Tippi se desnuda para Hitchcock (a través de la mediación del actor, un Connery de espaldas). La determinación de la actriz a conseguir su lugar en el Olimpo de las estrellas hará que se recupere cual ave Fénix tras cada embate.

En definitiva, en la comparación entre las dos películas, triunfa el feeling y el laconismo inglés que se desprende de The girl por encima de la parafernalia estadounidense de Hitchcock, por hacer de la sutileza una estrategia y apoyarse en un realismo de las situaciones y emociones en juego que la brocha gorda del proyecto más fastuoso -con sus permanentes digresiones- no puede permitirse.