Descendiente directa de la niña de La mala semilla (Mervyn LeRoy, 1955), la niña rusa de La huérfana es capaz de cualquier maldad con tal de lograr sus objetivos. Este efectivo thriller psicológico juega con poner sobre el tapete el delicado tema del deseo sexual de los niños hacia sus mayores. Aquí no hay zombies ni explicaciones fantásticas, el film presenta una coartada realista para la historia narrada, en la que un matrimonio joven que ya tiene un par de hijos, decide adoptar una niña de 10 años. La madre (Vera Farmiga) no se repone de la pérdida de un reciente embarazo y entabla un lazo sólido con la niña que, de a poco, se irá cuarteando. Sucede que Esther (Isabelle Fuhrman) posee su propia agenda sobre lo que debe suceder en esa familia, a quién debe destinarle su afecto y a quién no. Y de acuerdo a ese prospecto mental procederá a cometer todo tipo de atrocidades con tal de lograr su objetivo.
Metáfora sobre la familia moderna, donde los padres culposos por diversos motivos depositan expectativas irreales en los hijos descuidando la solidez de la ligazón del vínculo entre ellos, expectativas basadas en las imposibilidades de encarar francamente sus miedos y ansiedades, posibilitando la entrada de extraños con intenciones impensadas, el film tiene una primera parte morosa, donde va estableciendo las características psicológicas de los personajes, las relaciones entre ellos y el medio circundante. En la segunda parte, reinan las manipulaciones y horrores producidos por la niña, que llegan a poner en peligro las vidas de sus hermanastros y, ni hablar, de sus padrastros. En esta mitad, el ritmo se acelera y bailamos al compás de sustos y una alta cuota de suspenso. El film está muy bien realizado por el director (de origen catalán) Jaume Collet-Serra, al que cabe agradecer la meticulosa construcción del escenario dramático donde se desatará el aquelarre final. Muchos han criticado la coartada realista a la que recurre el guión para explicar los hechos, pero a mí me parece bien fundada por los indicios que se han ido sembrando.
Cabe recordar que Farmiga protagonizó un papel muy similar en Joshua (George Ratliff, 2007), otro thriller psicológico donde otro niño decide quién debe ser parte de su familia y quién no. Aquí era una madre en plena depresión posparto que era llevada a la muerte por su propio hijo -al que no quería- y en el camino, sufría muy convincentemente como una condenada. Pero si bien comparte características con el film que estamos comentando, Joshua tenía pretensiones muy diferentes, ya que era en un film que se apoyaba más en lo diferente que el niño se sentía y en el cumplimiento de aquella fantasía que muchos hemos tenido de tener una familia distinta de la que nos vino dada. La huérfana es un film menos descriptivo, inquietante e irónico, y reina en el dominio del suspenso. Las actuaciones son sólidas y las atmósferas creadas, muy inquietantes.
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