5/2/12

La dama de hierro

La dama de hierro merece ser vista sólo por la presencia de Meryl Streep, que la dignifica y le da una altura que el guión no tiene. Mediocremente, asistimos a la alternancia entre un presente ficticio -donde la ex primer ministro batalla con los fantasmas de la edad y el duelo de su marido recientemente fallecido- y un pasado glorioso, en el que con pulso firme se mantuvo en el gobierno de Inglaterra durante 11 años, poniéndole coto a las demandas de los trabajadores y permitiendo la entrada del neoliberalismo. El film no es adulón con su biografiada: la muestra postergando su vida familiar en pos de una ambición desmedida por ser la primer mujer ministro en Occidente.


Streep se roba el film, lo captura, lo amasa y conforma, recurriendo a los estridentes tonos de voz por los que la biografiada era conocida, con sus permanentes esponjosas, miradas heladas cuando reprocha a algunos de sus subalternos y cierta candidez cuando se relaciona con sus hijos o marido, el impresionante Jim Broadbent. Con ecos de Iris (Richard Eyre), sobre la vida de la escritora Iris Murdoch en su alternancia temporal y en la elección de otra actriz para interpretarla cuando era joven, no está a la altura de Frost Nixon (Ron Howard) y, ni siquiera, de La reina (Stephen Frears), que también se dignaba a interpretar hechos que tuvieron como protagonista a Isabel II de Inglaterra durante un periodo agitado de su vida.

Con respecto a la guerra de Malvinas, el film es respetuoso para con los argentinos. Se la ve negándose a negociar con "borrachos y tahúres" (por la Junta Militar de entonces) y decidiendo el hundimiento del Belgrano, a sabiendas de que estaba fuera de la zona de batalla. También se la ve disfrutando del festejo posterior a la victoria. El film deja en claro el temor que provocó el desempeño de nuestra Fuerza Aérea en los altos mandos ingleses.


Veála sólo si es fan de Meryl Streep; si no se va a aburrir soberanamente.  

No hay comentarios: