16/1/17

Perro salchicha, de Todd Solondz



El nuevo film de Todd Solondz (Happiness, Bienvenidos a la casa de muñecas, Storytelling) es una sátira que sigue el recorrido de un perro salchicha a lo largo de episodios que representan cuatro edades del hombre: la infancia, la primera adultez, la mediana edad, la vejez. Acá no importa si se trata del mismo perro, si el animal es real o un efecto especial, lo que importa es la intención satírica del realizador, gustoso de difuminar las fronteras de la corrección política.
El primer episodio cuenta la historia de un niño enfermo al que le consiguen una mascota a la que cuidar (mejor cabría decir “torturar”). El padre, sumamente autoritario, recomienda adiestrar al perro como se educa a un niño: “quebrando voluntades.” La madre (una rellenita Julie Delpy, lejos de la Antes del amanecer y sus secuelas) mantiene diálogos delirantes con el pequeño sobre la necesidad de castrar a los animales. En este contexto, una inofensiva barra de cereal puede provocar un desquicio de proporciones cósmicas. 

El segundo episodio tiene por protagonistas a la actual musa del cine independiente, Greta Gerwig (Mistress America, Frances Ha, entre otras), y a uno de los hermanos de Mi pobre angelito, Kieran Culkin (Las locuras de Igby), como una muchacha desahuciada con nada mejor en la vida que acompañar a un compañero del secundario –al que no veía desde hace años pero al que siempre deseó en secreto- en un viaje donde lo menos insólito con lo que se topan es con un matrimonio de chico y chica down. Aquí, los problemas de incomunicación entre los personajes alcanzan un nivel ensordecedor, adoptando conductas de manual para enfrentar las más sencillas de las situaciones.
Tras un intermedio entre juguetón y excéntrico, donde el perro salchicha vende pochoclos, el tercer sketch nos devuelve al gran Danny DeVito (director y protagonista de Tira a mamá del tren y La guerra de los Roses, gran cómico en Por fin me la quité de encima y Gemelos, inolvidable Pingüino en Batman vuelve) como un hombre en las postrimerías de su carrera profesional de guionista, enseñando en una escuela de cine donde nadie tiene mucha idea para qué se filma. No es el más logrado de los cuatro episodios, aunque tiene un remate espectacular que gira en torno al can. 

Finalmente, la excelsa Ellen Burstyn (que hiciera de madre tanto en El exorcista como en Réquiem por un sueño, y que ganara el Oscar a la mejor actriz de la mano de Martin Scorsese en Alicia ya no vive aquí) tiene la oportunidad de encarnar a una octogenaria cínica, que debe desprenderse de grandes cantidades de dinero para que su disfuncional nieta (Zozia Mamet) la visite y los fantasmas de todo lo que desdeñó en su vida no la atormenten.
El cine de Solondz no es para todos los estómagos, aunque en esta ocasión no llega a los filos de Happiness, donde un psiquiatra tiene la fantasía de salir con una escopeta y matar a la gente que pasea por el parque, o las aberraciones de Palimpsesto, donde ¿casi? se aboga por el abuso sexual infantil. Sí que en Perro salchicha hay varias posibilidades de que el espectador experimente emociones contradictorias y sensaciones de vergüenza ajena ante varias de las situaciones que se narran con una mirada sostenidamente cruel y aséptica, a la vez. No es poco, dado lo que el cine tiene para ofrecer hoy.

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