El biopic sobre
Elton John es un musical que se inserta en la minoritaria tradición romántica
del cine inglés -en oposición a la realista-, aquella que tiene sus puntales en
Michael Powell y Emeric Pressburguer (Las
zapatillas rojas, 1948) y, fundamentalmente, en el visionario Ken Russell,
que en La otra cara del amor (The music lovers, 1970) abordaba
escandalosamente la vida de otro músico popular, Piotr Ilich Tchaikovsky,
creando abundantes fantasías a partir de datos biográficos, a veces,
ligeramente tergiversados. Desbordando lo que era permisible dentro del género,
tanto en lo temático como en el tratamiento, Russell se demoraba en el
casamiento pour la gallerie del
músico con una ninfómana y en sus amores con un conde, a la vez que
escenificaba delirantes ensueños mientras el compositor interpretaba en el
piano sus célebres conciertos.
Por su parte, Elton John intervino en una de las mejores
secuencias de Tommy (1975), la ópera rock de The Who que Russell llevara al cine con ilimitada imaginación y
gran éxito, utilizando muchos de los recursos que posteriormente serían
habituales en la estética del videoclip. En Rocketman,
el cantante interpreta Pinball Wizard
en una escena vertiginosa, donde él y su piano conforman una unidad, borrando
del mapa a la audiencia que lo escucha.
Aquí, al igual que en otro film de Russell (Crímenes de pasión, 1984), se parte de
la presencia del protagonista en una terapia de grupo para lanzar los flashbacks que darán pie a los distintos
hitos biográficos: la infancia desgraciada en la que el raro Reggie Dwight no
recibía suficiente amor de sus padres, la influencia de los músicos negros en
futuras composiciones, el descubrimiento de un sentir homosexual, la amistad
con el letrista Bernie Taupin (interpretado por Jamie Bell), la elección del
nombre Elton John mirando una foto de Lennon, etc.
Rocketman
cumple con una de las máximas que estructuran muchos films musicales: el
recorrido del protagonista debe atravesar cierta cantidad de obstáculos hasta
autoafirmarse en su identidad (la novicia rebelde cantaba: “tengo confianza en
mí misma”). Alcanzar la cumbre del éxito profesional lleva a que la persona sea
devorada por el personaje: es así que el excéntrico Elton se ve entrampado en
una relación con su amante mánager (Richard Madden) que no puede controlar y
que lo arrastra de humillación en humillación, a la vez que su rechoncho
cuerpecito se ve tapado por disfraces cada vez más tupidos y que su presencia
convoca multitudes en los estadios y las ventas de discos rozan lo
estratosférico. Del malestar afectivo y de la orfandad emocional al exceso de
drogas y sexo hay un solo paso en la vida del sucesor de Liberace (se lo
homenajea a través de su imagen en un televisor). Habrá que atravesar intentos
de suicidio, la desorientación en la profesión, un casamiento con una
omnicomprensiva mujer (Celinde Schoenmaker) y otras caídas en la desesperación
para que el Elton de la ficción pueda -tras abrazar a su desguarnecido niño
interior en la sesión terapéutica- cantar I´m
still standing y veamos al verdadero en los créditos finales afianzado
junto al hombre de su vida y sus hijos.
Los números musicales están muy bien logrados, los
famosos temas de Elton están utilizados en función de hacer avanzar el relato,
totalmente integrados a la trama como en los mejores exponentes del género, y
se agradece la falta de esterilización en las conductas del protagonista que
tanto daño le hicieron a la mediocre Rapsodia
Bohemia, donde los viudos de Freddie Mercury metieron mano para tamizar
mucho de lo que podía incomodar a las audiencias y a los entes calificadores.
Finalmente, la composición que hace Taron Egerton se basa
más en la actitud que en la imitación, aquí no hay necesidad de ponerse
prótesis dentarias imposibles. Con un porte muy distinto al regordete del
original y por más que gran parte del tiempo el actor se encuentre detrás de
grandes anteojos y extraños plumajes, su encanto los traspasa. Vale la pena
sumergirse en Rocketman.
Publicado en Regia Magazine, el 4 de junio de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario