Catherine Corsini (Tiempo
de revelaciones, Partir) ha
logrado un film que plantea más preguntas que respuestas. ¿Qué lleva a una
mujer a aceptar una relación asimétrica en términos de poder con un hombre que
no hará más que lastimarla durante décadas?
La historia se inicia a fines de los años 50, en un
pueblito francés, en donde Rachel, una rubia bella pero tímida, de ascendencia
judía -ya de unos 25 años, lo que en ese contexto al no haberse casado la
califica como “solterona”-, que es muy laboriosa y se ocupa de su madre enferma
y de su hermana menor, conoce a un muchacho de nivel cultural y posición
económica superior.
Philippe es apuesto y tiene las ideas muy claras: le
recomienda a Rachel que lea Nietzsche y le dice que lo de ellos es un encuentro
inevitable, ni siquiera una pasión. Que no se haga ilusiones de casarse porque
él aspira a unirse con una mujer que posea recursos económicos y que sea
católica. Con todas esas limitaciones, hay algo que hace que Rachel se embarque
en la relación, quizás una muy baja autoestima, o el estar acostumbrada a la
falta de un hombre en su casa –el padre siempre estaba viajando cuando ella era
pequeña-, o la necesidad de evitar estar totalmente comprometida para mantener
cierta independencia.
Como fruto de la vinculación, Rachel queda embarazada y
Philippe vuelve a París. Se verán esporádicamente. Sus visitas serán muy
espaciadas, dejando pasar años entre una y otra. Lo único que pedirá Rachel es
que el hombre reconozca a la hija y le otorgue su apellido, lo que sucederá
muchos tiempo más tarde, y a un costo indescriptible.
Narrado desde el punto de vista de la hija, interpretada
por varias actrices en las distintas etapas de la vida, el film de Corsini
adapta la novela de Christine Angot, una autora que hace de la literatura
confesional su profesión, y que suele estar rodeada de un aura escandalosa en
su país.
Corsini elige un estilo transparente para el relato, con
colores más cercanos al Kodachrome de las diapositivas para el pasado, y tonos
más naturalistas y opacos a medida que nos vamos acercando al presente. También
ofrece datos al espectador que la narradora no menciona, como el rostro
decepcionado de Rachel al enterarse que Philippe se casó, o su deambular como
un cuerpo vaciado de espíritu por la habitación de su hija quinceañera para
comprobar que se encuentra bien tras enterarse que la muchacha fue víctima de
horrores indecibles. También es significativa una foto de madurez de Philippe
en que luce un bigotito al estilo hitleriano.
La actriz belga Virginie Efira (la esposa del psicópata
en Elle, de Paul Verhoeven) compone a
una mujer resiliente, que conserva una rígida estructura a lo largo del film,
cubriendo las distintas etapas del personaje, que van desde los 25 hasta los 70
años, sin dejar por ello que una amplia gama de emociones la desarmen. El resto
del elenco, está a la altura de su compromiso, muy elevado.
Un amor imposible propone una heroína que encierra más de
un misterio, una hija dispuesta a indagarlos y teorizar sobre ellos, y un
hombre que las ultrajó hasta decir basta.
Publicado en Regia Magazine, el 19 de junio de 2019
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