Julia Roberts hace su entrada en el mundo de las series
con Homecoming, un producto de Amazon (10 capítulos de 30 minutos). Su carrera
estelar tras ganar el Oscar por Erin
Brockovich (2000) se sostenía con algún éxito ocasional (La sonrisa de Mona Lisa, Wonder, Agosto) pero sin el resplandor posterior a la consagración en Mujer bonita (1990).
Aquí interpreta a Heidi Bergman, una trabajadora social
recién graduada que es contratada por una corporación para recibir a soldados
que vuelven de la guerra con la intención de reintegrarlos a la vida civil tras
haber vivido situaciones traumáticas. Heidi no hace honor a su nombre; es
presentada con la música que ambientaba la escena de la ducha de Vestida para matar (Brian de Palma,
1980), escena en la que Angie Dickinson imaginaba un encuentro amoroso salvaje
entre vapores y mamparas con un potro que devenía en su violador. Acá la
erótica se ve desplazada de los hombres al trabajo; Heidi dejará a su marido
–Dermot Mulroney (objeto de deseo del personaje de Julia en La boda de mi mejor amigo)– por la cada
vez más absorbente tarea, transformándose en el instrumento más aguzado para la
“recuperación” de esos muchachos, hasta que descubra que más que hacerles un
bien…
No se trata de develar demasiado; la serie cuenta con
abundante tensión, suspenso, paranoia, personajes que no son conscientes de que
forman parte de un diagrama mayor, detectives gastados que siguen el hilo de
una madeja que al desenrollarse puede tener consecuencias inesperadas,
corporaciones contratadas por sectores importantes del poder que violan todas
las barreras éticas existentes en aras de conseguir dividendos, edificios tan
laberínticos como impersonales… Homecoming
cuenta con muchos de los elementos del thriller
paranoico de los años 70, títulos como Klute,
Asesinos S.A., Todos los hombres del presidente (los tres dirigidos por Alan
J.Pakula, que también dirigiera a Julia en El
informe pelícano (1993) o Secreto oculto bajo el mar (Arthur Penn,
1975) y La conversación (Francis Ford
Coppola, 1974). Era una época en que el escándalo Watergate estaba
constantemente en las portadas de los diarios, las conspiraciones estaban a la
orden del día, los estadounidenses vivían una profunda crisis económica,
sufrían la derrota en Vietnam y una aguda crisis de confianza en las
instituciones políticas y empresariales.
Hoy, con otro gobierno conservador en el poder, el
subgénero –que tomaba muchos elementos de los thrillers de espionaje de Alfred
Hitchcock– vuelve por la puerta grande, dirigido por Sam Esmail (responsable de
Mr. Robot), con un alto grado de
estilización –planos secuencia sumamente elaborados, captados cenitalmente y
atravesando varias habitaciones, escaleras, ¡hasta pisos!; juegos con los
formatos de pantalla, ya sea dividiéndola o trastocando los distintos radios:
apaisado para lo que transcurre en 2018, y un presente gris, como registrado
por un celular, ambientado en 2022. La musicalización está compuesta por
segmentos de bandas originales de sonido de thrillers de los años 70 y 80 y,
como oveja negra, la “Sarabanda” de Haendel, que era central en el Barry Lyndon (1975) de Stanley Kubrick.
También hay elementos provenientes de la ciencia ficción; Blade Runner (Ridley
Scott, 1982) es una referencia obligada cuando se trata de personajes que
recuerdan lo que no deben.
El elenco es incomparable; Sissy Spacek –la Carrie original- representa a la madre
de la confundida Heidi, y da una clase de actuación en cada aparición. Bobby
Cannavale se merece todos los premios como la odiosa cara de la corporación,
siempre en constante movimiento. El joven Stephan James, cliente de Heidi,
posible interés amoroso, es dueño de un magnetismo insoslayable. Shea Whigham,
como el investigador Thomas Carrasco, transmite el ajado cansancio del que está
obligado a cumplir con su deber en circunstancias adversas. Marianne
Jean-Baptiste (Secretos y mentiras,
de Mike Leigh) interpreta a una madre de pocas pulgas en lo que hace a la
recuperación de su hijo. Y la mujer bonita, más envejecida, un tanto
desflecada, deslumbra cada vez que sonríe, y tiene la fuerza y el carisma
necesarios para sostener todo el peso del envío.
Publicado en Regia Magazine el 29 de noviembre de 2018
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