HB0 ha lanzado un documental que tiene como tema la vida
de Jane Fonda, una de las actrices más influyentes que ha dado Hollywood, que
acaba de cumplir los 80 años y alquimias mediante, se ve lozana y fresca como
un espárrago bajo la artificiosa luz que cae sobre las góndolas de un
supermercado.
Estructurado en base a un monólogo que la actriz va
desarrollando mediante anécdotas de su largo recorrido por este mundo,
ilustrado por un collage de fragmentos de home
movies, entrevistas televisivas, noticias de periódicos y diversas fuentes
documentales, está dividido en 5 capítulos: cuatro sobre los hombres que
direccionaron su vida, el final donde por fin se siente cómoda consigo misma.
El film no ahorra revelaciones, y hasta adopta un cierto tono confesional
cuando habla de penosas situaciones familiares.
Hija de Henry Fonda, una de las máximas estrellas del
Hollywood clásico, acostumbrado a interpretar a un ícono de la bondad y de la
hombría de bien en films donde interpretaba al presidente Lincoln y a cualquier
estadounidense poseedor de las más sobresalientes virtudes. En la vida
familiar, el hombre se destacaba por su frialdad emocional. Basta ver cómo
afrontó la crisis que desató el suicidio de la madre de Jane para darse cuenta
que un iceberg era mucho más cálido que este hombre para sus hijos.
Marcada por la disociación del padre entre su imagen
pública y su imagen familiar, Fonda se construye como mujer en relación a los
deseos y necesidades de los hombres importantes de su vida. Para captar la
atención de ese padre tratará de gustar, de ser aceptada, mientras se maltrata
haciendo equilibrios por la fina línea entre la bulimia y la anorexia.
Comenzará una carrera como actriz de comedia en Broadway y luego en el cine (Tall story, 1960; La tigresa del Oeste, 1965), cruzando a Europa para ponerse bajo
las manos de Roger Vadim, un director notable por haber moldeado como masilla a
varias de sus novias, -Brigitte Bardot, la más perdurable-convirtiéndolas en
símbolos sexuales. De esta etapa, los hechos sobresalientes serán el haberse
casado con él, su papel en Barbarella
(1968) -una de esas bromas cinematográficas tan habituales en los años 60,
donde realiza un famoso desnudo flotante-, y una hija, a la que confiesa no
haberle prestado nunca mucha atención, tal como su padre hacía con ella.
Muchacha con inquietudes, Jane supera una etapa hedonista
para introducirse en el mundo del activismo político de la mano de Simone
Signoret, a la par que regresa a Hollywood, donde se distingue en el drama Baile de ilusiones (Sidney Pollack,
1969), un film sobre maratones de danza extenuantes ambientado en la época de
la Depresión económica. Mientras gana un Oscar por Klute (Alan Pakula, 1971), un thriller
paranoico donde interpreta a una prostituta tan desconfiada de los seres
humanos como cercana a la esfera de su reloj -a la que observa de reojo para
dar por concluidas las citas- realiza una escandalosa visita a Vietnam del
Norte, intentando concientizar a los soldados de su país sobre las
inconveniencias de la guerra. Perseguida por el gobierno de Richard Nixon, que
buscó acusarla de traición a la patria, inventándole cargos de portación de
drogas y poniéndola presa, se divorcia de Vadim y se casa con el pacifista Tom
Hayden, involucrándose en cuanta causa se le cruce en el camino.
Durante los años 70 sus películas acumulan nominaciones,
a la vez que va eligiendo roles de mujeres comprometidas con los problemas de
su época. En Julia (Fred Zinnemann,
1977), encarnará a Lillian Hellman, una dramaturga de izquierda casada con
Dashiell Hammett, perseguidos ambos por el macartismo de los años 50. Ganará
otro Oscar por Regreso sin gloria (Hal
Ashby, 1978), donde interpreta a la esposa de un militar que se enamora de un
ex combatiente de Vietnam. En El síndrome
de China (James Bridges, 1979), brillará como una periodista obstinada que
descubre que algo huele a podrido en una planta nuclear. Ya como productora, en
Cómo eliminar a su jefe (Colin
Higgins, 1980), conformará un divertido terceto junto a Lily Tomlin y Dolly
Parton para ilustrar las inequidades que sufren las mujeres en los lugares de
trabajo. (Se está trabajando en una secuela de ese éxito.)
Cerrará un capítulo al convocar a Henry Fonda en la
recordada En la laguna dorada (Mark Rydell, 1981), donde
interpretará a una hija que buscará el reconocimiento emocional del padre,
sanando heridas de antigua data y consiguiéndole al actor otro Oscar antes que
parta de este mundo.
El político Hayden le dará un hijo y logrará que le
financie una campaña política que no rindió frutos con las regalías del video
más vendido en la historia: Jane Fonda´s
Workout (1980), con el que se convierte en la reina indiscutida del fitness, papel que Nacha Guevara tratará
de emular en estos pagos una década más tarde .
También protagonizará una deslucida adaptación de la
novela de Carlos Fuentes, Gringo viejo
(1989), a las órdenes del argentino Luis Puenzo, quien pudo filmar en Hollywood
gracias al éxito de La historia oficial.
Retirada del mundo del cine en 1990 –no había papeles
interesantes para mujeres de su edad-, se casa con Ted Turner, el magnate
creador de la CNN, del que se divorciará en buenos términos un tanto asfixiada
por su apego y la imposibilidad de desplegar sus innumerables actividades.
Ya en el año 2000, en el quinto acto del documental, se
permite ser ella misma, sin necesidad de un hombre en que afianzarse. Regresa
al cine en una serie de films olvidables hasta que Juventud (Paolo Sorrentino, 2015) le vale una nueva nominación para
el Oscar, componiendo a una estrella de cine ya pasada de años. La serie Grace
and Frankie, que produce y en la que actúa junto a su amiga Lily Tomlin, la
mantiene activa en las pantallas.
Poderosa, determinada, dueña de un encanto muy
particular, generosa –Meryl Streep nunca se queda corta cuando se trata de
agradecer las oportunidades y consejos que le dio en su debut en Julia-,
siempre entrenando, amante del vodka, eterna protagonista en varias causas que
tienen que ver con los derechos de la mujer, Fonda es una gran actriz y un
modelo valorado por muchas mujeres, y destaca que la curiosidad es un motor en
su vida. El documental –fluido y llevadero- deja abundantes testimonios al
respecto.
Publicado en Regia Magazine, el 3 de octubre de 2018
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